22 de marzo de 2017

EL IMPACTO DE LA ALIMENTACIÓN

Si nos preguntáramos: ¿Para qué nos alimentamos?, seguro que responderíamos:

Para tener la energía que se requiere para hacer las funciones vitales. Que es lo que aprendimos cuando lo estudiamos.

¿Qué pensaríais si os dijera que hay alimentos, o formas de alimentarnos, que nos quitan la energía?

Según las investigaciones recientes, se sabe que puede haber una relación directa entre la reducción de capacidad de análisis, la somnolencia, la pérdida de memoria, la dificultad para aprender, la ansiedad, la depresión, la irritabilidad, la fatiga y el insomnio con no tener una nutrición adecuada.

LA GLUCOSA

El azúcar es la gasolina de nuestro cuerpo. Si no tenemos este combustible, no tenemos energía para funcionar. Para que funcione correctamente tiene que mantener unos niveles constantes de glucosa, que se pueden obtener de los hidratos ingeridos o de las reservas, almacenadas, parte de ellas, en forma de grasa en los músculos, por el exceso de azúcares ingeridos. Porque los azúcares se transforman en grasa en nuestro organismo. 

A casi todas las personas nos gustan los alimentos azucarados por varios motivos: 

Nos encanta su sabor, nos sentimos eufóricos al llenarse nuestra sangre de glucosa, nos reduce el apetito y nos aportan energía rápida. Todo esto estaría muy bien si no fuera porque, el azúcar crea un déficit de vitamina B, de algunos minerales y oligoelementos. Así mismo, debilita los huesos al elevarse la excreción urinaria del calcio, la alta concentración de glucosa disminuye la capacidad defensiva de nuestros glóbulos blancos, favoreciendo la infección de bacterias y parásitos.

La ingesta de azúcares provoca variaciones en el estado de ánimo:


Los azúcares pasan a la sangre aproximadamente a los 30 minutos de su ingestión, y la sangre tarda unos 180 minutos en volver a sus niveles normales de glucosa con ayuda de la insulina.

En este ciclo hemos pasado de una hiperglucemia con un alto estado de excitación física y psíquica, a un rebote hipoglucémico, que nos lleva al cansancio físico y a cierto grado de depresión mental. Lo cual nos incita a tomar estimulantes (o más azúcar) que causarán otra hiperglucemia, iniciando de nuevo el ciclo.

Estaría bien observar la cantidad de azúcares que ingieren nuestros niños y cómo puede influir esta ingesta en sus estados elevados de excitación o por el contrario de hipotonía.

Durante el tiempo de descanso a veces se observa que los alumnos traen almuerzos con bollería, golosinas o panes refinados. Quizá estemos contribuyendo con esta alimentación a su falta de concentración, decaimiento o excitabilidad en las horas posteriores al recreo. 

Para que el cerebro funcione bien necesita niveles constantes de glucosa en sangre. 

¿Cómo lo conseguimos? Tomando hidratos que vayan liberando los azúcares de forma progresiva . Por ejemplo ingiriendo cereales integrales que contienen fibra, vitaminas, minerales y almidón. En cambio los refinados solo contienen almidón.

Los hidratos de carbono más beneficiosos para el cerebro son los vegetales.

Por lo tanto, una fruta o unos frutos secos para el almuerzo sería muy aconsejable e ir sustituyendo el pan refinado por el integral. Las frutas además, son ricas en vitaminas, ácido fólico y magnesio, que también son clave para el buen funcionamiento de nuestro cerebro. 


Mantener nuestro organismo un periodo de tiempo largo sin la ingesta de glucosa, además de ser peligroso, el estado de hipoglucemia, impide que funcione nuestro cerebro, porque no tiene combustible.

Por eso es muy necesario que los niños desayunen. Tienen que "funcionar". El rendimiento se verá afectado sin el aporte de energía necesario. 

Hay infinidad de opciones de desayunos alternativos según el gusto o la tolerancia a los distintos alimentos: 

Una pieza de fruta, una rebanada de pan integral con un chorrito de aceite de oliva, unos frutos secos, especialmente nueces y almendras, ricas en calcio etc.

Dando el tiempo y las condiciones necesarias se crea el hábito.

LOS ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES

Los ácidos grasos esenciales 0MEGA 3 Y OMEGA 6 no los produce nuestro organismo, los tenemos que ingerir.

Forman parte de la composición de todas las células. Con ellos se producen hormonas que influyen en la construcción de las neuronas y en la mielina que envuelve los nervios, reducen la inflamación cerebral y potencian el sistema inmunitario.

El 60% de nuestro cerebro es grasa, por tanto, tomar grasa es bueno.

La carencia de grasas afecta a :

- Cómo pensamos (inteligencia)

- Cómo sentimos (estado de ánimo)

-Trastornos de déficit de atención

-Depresión

-Fatiga

-Déficit de aprendizaje


Esto es muy importante en la vida mental.

Se ha relacionado el déficit de estos nutrientes con ciertas alteraciones en la salud. Por ejemplo, una dieta pobre en OMEGA3 puede agravar los síntomas de la hiperactividad, la depresión o el insomnio, por el papel importante que desempeñan en el sistema nervioso estas grasas.

Se pueden tomar como complementos o con alimentos.

Alimentos ricos en OMEGA6: Aceites de semillas, aguacate y frutos secos.

Alimentos ricos en OMEGA3: Pescado azul, nueces, semillas de lino y de chía. En menor cantidad, en legumbres, semillas y frutos secos.

NUTRIENTES INTELIGENTES

Son los antioxidantes. Los antioxidantes evitan los radicales libres. Éstos son átomos o grupos de átomos que cuentan con un electrón que no está aparejado. Se produce una inestabilidad que se trata de equilibrar robando electrones a otro átomo que se convierte a su vez en radical libre, lo cual da lugar a una reacción en cadena ocasionando daños en la membrana de las células, pudiendo producir una mutación celular, si golpea una molécula de ADN.

Los radicales libres se producen cuando el alimento es metabolizado pero también pueden venir del ambiente: alimentos excesivamente fritos, exceso de exposición solar, contaminación ambiental, el humo del tabaco etc. 

Es necesario que los radicales libres sean controlados por los antioxidantes.

Los radicales libres no son intrínsecamente malos. De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en cantidades moderadas para luchar contra bacterias y virus. Los radicales libres producidos por el cuerpo para llevar a cabo determinadas funciones son neutralizados fácilmente por nuestro propio sistema. El problema para nuestras células se produce cuando se da un exceso sostenido (durante años) de radicales libres en nuestro organismo.

Los antioxidantes son sustancias que liberan electrones en la sangre, que son captados por los radicales libres y se vuelven así moléculas estables. Evitando las consecuencias que ellos producen: envejecimiento y otras enfermedades.

El consumo de vitaminas C, E y el Beta Caroteno y de los minerales selenio, zinc, manganeso y cobre contribuyen a evitar el aceleramiento de la vejez y previenen el desarrollo de enfermedades producidas por la oxidación. Estas vitaminas y minerales se encuentran en alimentos como: zanahoria, mango, tomate, melón, espinacas espárragos, brócoli, moras, pimiento verde, kiwi, limón, fresas, coliflor, coles de Bruselas, naranja, nabo, carne, pescado, cereales integrales, frutas del bosque, productos lácteos, té (principalmente té verde) y en el vino.


Es importante consumir de todos los tipos de estas vitaminas y minerales, ya que son específicos, es decir, nos protegen de determinados radicales libres y no todos sirven para combatir a todos.

Evitar las consecuencias producidas por los radicales libres depende de llevar una vida sana, sin consumir o estar expuestos al tabaco y tener una dieta libre de grasas saturadas.

Información recogida del Dr. Mario Alonso Puig. Médico en cirugía general y del aparato digestivo

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