19 de marzo de 2016

TRES GRANDES VENTAJAS DE ELEGIR UN COLEGIO PEQUEÑO


No hay muchos, y los que hay probablemente no sean muy conocidos, pero los colegios pequeños, al igual que Teruel, existen y presentan algunas ventajas que no todo el mundo conoce. No, no están basadas en tópicos ni responden a un mero interés mercantil: en términos educativos, el dicho de que “cuanto más grande, mejor” prevaleció sin demasiada reflexión durante décadas hasta que algunos tímidos estudios dejaron paso a la sospecha de que no siempre es así, y las escuelas pequeñas -entrañable término- tienen mucho que ofrecer.

Ya en los años sesenta Roger Barker, un estudioso de la psicología ambiental en la Universidad de Stanford, habló de la paradoja de la percepción de los centros escolares: mientras que de los colegios grandes lo que impresiona es su exterior, un análisis más cercano deja claro que la educación que proporcionan los colegios pequeños es de mayor calidad. Y a finales de los setenta hubo quien concluyó que el tamaño iba a veces directamente ligado a peores resultados académicos y a un aumento de los casos de violencia y/o acoso escolar (estudio de Wynne, 1978)  

Pero ¿cuáles son estos beneficios concretos que puede ofrecer un centro familiar?

1.   En un colegio pequeño hay una sensación de pertenencia, de participación por parte de estudiantes, familias, profesores, administración etc. difícil de igualar. Pertenencia que, en el caso de los niños/as, suele derivar en un orgullo personal en lo relacionado a su centro. Los profesores suelen conocer mejor a sus alumnos; la educación personalizada es más realista que en otros entornos y la respuesta a las necesidades que puedan surgir, más rápida y directa. La burocracia, aun dentro de unos niveles impuestos desde fuera que rozan el absurdo, es más reducida y permite resolver con diligencia cuestiones delicadas. La comunicación es más frecuente e informal y esto facilita que el clima en los centros pequeños suela ser más ordenado, estable, seguro e incluso más atractivo para el alumnado.

2.   Muchas veces se piensa que el tamaño de un colegio puede condicionar negativamente las relaciones sociales/personales. Al contrario; en un centro pequeño no es extraño que profesores, personal no docente, familias etc tengan un trato más próximo y el intercambio de información -e incluso de nuevas ideas entre personas afines- es más fluido. Al mismo tiempo, la identificación profesional con un estilo de enseñanza, un ideario o una línea pedagógica siempre es mayor que en entornos más amplios; la idea de comunidad educativa se acrecienta y es más fácil relacionarse con todo tipo de personas, evitando los guetos y una percepción distorsionada de la realidad. En un colegio pequeño, los niños/as se integran en actividades muy diferentes, en círculos sociales diversos y se habitúan a situaciones variopintas, mientras que en los centros grandes se tiende a ser más selectivo y exclusivista.


3.  La autoestima (y hasta el estado de ánimo) en los alumnos de colegios de dimensiones reducidas es mayor; al ser menor el número de estudiantes, éstos tienen más oportunidades de desarrollar habilidades y aptitudes en una gran diversidad de situaciones. Por lo general, todos han de participar para que un proyecto funcione y su intervención es más directa. Los centros pequeños destacan precisamente por facilitar la inclusión y la integración de todo tipo de alumnos/as. No es extraño que, en eventos externos como torneos deportivos, acciones solidarias, celebraciones religiosas etc.,  el alumnado de un centro pequeño iguale o supere en implicación a colegios que les triplican o cuadruplican en número. La consecuencia de facilitar la participación de todos es que la actitud de los niños/as hacia la vida escolar es muy positiva y los problemas de disciplina, menos frecuentes.



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* Barker, R. and Gump, P. (1964) Big School Small School, Stanford: Stanford University Press.

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